domingo, 2 de noviembre de 2014

¿A dónde vas cuándo no tienes a dónde ir?

¿A dónde vas? Esa pregunta ronda mi mente en estos días, cada que me encuentro solo, tanto en compañía como en soledad, ¿ A dónde vas?. Hagamos un recuento.
        Entre semana te levantas a primera hora, tu mente como tu cuerpo comienzan a trabajar, mientras tus piernas, brazos y manos se mueven mecánicamente en las pequeñas primeras actividades del día como el levantarse, ducharse, enjuagarse la boca y cepillarte los dientes, el comer algo ligero (si es que el tiempo apremiante lo permite), lavarse los dientes, vestirse y buscar tu bulto y llaves, tu mente comienza a generar pensamientos, tu ya sabes a donde tienes que ir, pero tu mente, esa eterna compañera que te conoce por completo aunque tu lo ignores, se pregunta y te pregunta ¿A dónde vas? y tu respondes "a dónde tengo que ir".
        Sales de casa, tomas el transporte público o tu vehículo propio, observas el trayecto, las muchas calles y edificios a ambos lados del camino, a las muchas personas que se dirigen a diferentes destinos, todos parecen estar seguros de a donde van, tu igual lo pareces, pero en tu mente sigue la misma pregunta ¿a dónde vas?. Llegas finalmente a tu destino, entras a la cede de tus actividades diarias, pasan las primeras horas, y luego recuerdas que tienes que moverte e ir a tu otro lugar de trabajo, tomas tus cosas y emprendes el segundo viaje del día. Transporte, personas, calles y edificios se suceden uno tras otro, hasta que finalmente llegas al segundo destino.
        Continuas con tu trabajo, concentrado en el algunas veces y en otras distraídamente, y de golpe pasan del medio día y tu ya has terminado por lo que recoges tus cosas y te vas. Es hora de comer, por lo que el tercer viaje del día comienza. Personas, vehículos y transporte, calles y edificios se suceden uno tras otro, buscando dónde comer, tus sentidos concentrados en el camino y tu mente recordándote su mantra  ¿a dónde vas?. Encuentras un lugar, comes, y ya satisfecha una necesidad prioritaria del cuerpo toca moverse de nuevo, y dependiendo del día, o toca ir a casa o toca el tercer lugar de trabajo, de cualquier manera, tu terminaras en casa cuando el sol se ponga. El trayecto es el mismo: personas, transportes y vehículos, calles y edificios; llegas a casa y toca terminar con los deberes del día, cenas, te desestresas, te distraes y te dispones a dormir, pero aun cuando estas en casa, tu mente sigue preguntando ¿a dónde vas?. Un largo silencio se cierne junto con una momentánea oscuridad, y tras pestañear un instante, la rutina vuelve a comenzar.
        Llega el fin de semana, trabajas sábado y descansas domingo. Y en el transcurso de esos dos días, tu reflexionas y analizas ¿qué harás? ¿con quién estarás? ¿a dónde irás? pero súbitamente tu mente te recuerda que estas solo, te sientes solo, todos tienen planes diferentes a los tuyos, que tu trayecto de toda la semana es rutina, si la disfrutas o no es circunstancial, que tu estás solo y que la pregunta que tanto te acosa no es por el día días sino por tu futuro,por sabes si alguien estará ahí para ti o si terminarás solo, te das cuenta que en este momento, en este instante, tu respuesta es que no sabes a donde vas, que no hay quien te espere o quien te acompañe y por lo tanto no hay destino alguno al que partir. Entonces, al unisono con tu mente, juntos dicen ¿A dónde vas cuando no tienes a dónde ir?.   

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